Tras un día observando solo un poquito más de lo habitual, uno se da cuenta de la completa farsa en la que vive.
Solo hace falta un mínimo de atención.
Uno mismo es una farsa andante.
Veamos…..
Cada mirada hostil que hoy se ha percibido.
Cada acción hecha con un propósito.
Cada palabra escupida con un objetivo.
Cada gesto realizado con una intención.
Malditos mentirosos.
No hay limpieza en ese comportamiento.
¿Cómo puede uno soportar tanta farsa constantemente?
La mentira y la hipocresía están tan asentadas que las hemos disfrazado de caracter y justificaciones.
El concepto de una buena persona puede resultar abrumador y a veces confuso incluso para aquellos que se creen (y presumen) de ser buenas personas.
Ya solo el hecho de presumir es incompatible con ser buena persona, es una cuestión de humildad, de íntima honestidad, al único que no puedes engañar es a ti mismo.
Hay ahí intenciones veladas, muchas veces relacionadas con el ego.
Conozco muy pocas buenas personas, y por supuesto quien esto escribe NO es una de ellas.
Casi todas fallan (fallamos) en el mismo punto.
Luego lo alcanzaremos y será más evidente, solo hay que poner un poco de atención.
Hay personas que intentan ayudar a otros.
Es una labor encomiable.
Muchos de los momentos más importantes en la vida de “buenas personas” han sido ayudando a otros.
Alguien que de forma totalmente voluntaria, sin coacciones ni contrapartidas, cura llagas, venda heridas, limpia sangre y defecaciones de desconocidos, alguien que consuela a personas que sufren, alguien que ofrece su hombro para que llore el desesperado, alguien que presta su propia cama para que descanse el que está agotado, alguien que da dinero a aquellos que lo necesitan, alguien que deja temporalmente a su propia familia para ayudar a otros, alguien que aplica morfina a un moribundo desconocido para él, le sujeta la mano y le acompaña hasta el último instante de su vida…..
Alguien así, podría ser una buena persona, tal vez durante esos momentos.
O tal vez no.
Porque lo importante no es lo que haces, sino lo que eres.
Lo que te hace ser buena persona no son tus actos, sino tu esencia.
¿Eres bueno esencialmente?
Ese mismo, luego pierde los estribos y justifica su furia por el cansancio.
Ese mismo, se olvida de tratarse a si mismo como trata a los demas (un fallo muy común).
Ese mismo, causa daño por acciones que lleva a cabo o por acciones que omite.
Ese mismo, a veces ofende de palabra y de pensamiento.
Ese mismo, llora en silencio reconociendo su propia mediocridad (de nuevo, a ti mismo es al único al que no puedes engañar).
Ese mismo, presume de honestidad pero si encuentra la ocasión engaña en su propio beneficio.
Ese mismo, cree que es paciente y tiene temple, pero luego se incomoda si tiene que esperar 10 minutos para hacer una gestión.
Ese mismo, que se cree mejor que otros por la labor que lleva a cabo (esto es un tiro en el pecho a uno mismo, la peor de las razones de ayudar a otros es ayudarse a si mismo, no existe egoísmo mayor) Cierto que puede ser una consecuencia, pero JAMAS puede ser la razón raiz de prestar ayuda.
Ese mismo, que se piensa virtuoso y luego resulta soberbio y orgulloso.
Ese mismo, que es consciente de que está sonriendo a propósito.
Ese mismo, que ha causado daño, pero lo justifica.
Ese mismo, que se comporta de determinada manera porque sabe que le están observando.
Ese mismo, que se victimiza para lograr sus objetivos y los disfraza de sufrimiento genuino.
Ese mismo….
Si algún día quieres ser una buena persona, empieza por ser humilde y reconocer tus propios defectos.
La meditación y la introspección íntima ayudan mucho a “limpiar la casa”.
Esfuérzate por reconocer tus errores y trabaja incansablemente por corregirlos.
No causes daño a nadie, ni por acción ni por omisión. Ni de acción, ni de palabra.
Esfuérzate sinceramente, de forma íntegra, verás que es extraordinariamente difícil ser honesto en todo.
Ese día, si llega alguna vez…..
Cuando vuelvas a curar una llaga,
Cuando vuelvas a vendar una herida,
Cuando vuelvas a limpiar sangre y defecaciones a desconocidos,
Cuando vuelvas a consolar a personas que sufran,
Cuando vuelvas a ofrecer tu hombro para que llore el desesperado,
Cuando vuelvas a acompañar a un moribundo, le tomes la mano, le escuches con un AMOR que jamás pensante posible, le acaricies con el mismo AMOR que si fuera tu propio hijo, le hagas reír y escuches sin prejuicio alguno todo lo que tenga que decir y le acompañes hasta ese punto del que él no va a volver…
Ese día te sentirás DIOS.
Ese día tal vez seas una buena persona, y sientas el AMOR más profundo y más intenso que se puede sentir, una Amor jamás imaginado, de una pureza sobrecogedora.
Si ocurre, no lo olvidarás jamás.
Es una experiencia transformadora y no querrás ser de otra manera nunca más.
Lo buscarás desesperadamente, pero la misma búsqueda es una trampa en si misma.
Lamentablemente la mayoría de los seres humanos somos muy mediocres y tenemos mala memoria.
Pero alguno hay que recuerda y con constancia lo consigue y alcanza una experiencia tan reveladora que le cambia para siempre (no a mejor, porque en este nivel no hay mejor ni peor, se ha trascendido ese punto y ya uno simplemente lleva a cabo acciones de forma directa simplemente SIENDO.
Tal vez te encuentres con alguien así, les podrás identificar porque caminan tranquil@s, sonrientes, sin tensión, felices y plen@s.
No perciben las amenazas y si les sostienes la mirada, en sus ojos hay misericordia (que no pena) y su mirada siempre sonríe.
La mirada les sonríe constantemente porque ya no tienen miedo, porque han trascendido su propia mediocridad y han entendido que no deben servir a nadie (a yo) y evitando servir es precisamente cuando más y mejor sirves.
Alguien lo podría llamar epifanía. En realidad no es otra cosa que la revelación de algo transcendental.
Y luego aquel sigue siendo el/la mism@ (solo por fuera), aunque en realidad sea otr@ (por dentro).
Ha tirado todo lo que sobra y todo lo que daña, se ha dado cuenta de que para ser buena persona, al primero que tiene que cuidar es a un@ mism@, y todo aquello que surge, aparece u ocurre en el plano fenoménico, es vivido de forma plena, no necesita ser aceptado, simplemente forma parte de la vida ahora, y es ahí cuando el/la virtuos@ se encuentra.