Archivos para abril, 2017

Tú me conoces, saltémonos las presentaciones, que no vienen a cuento.
Has respetado mi espacio y te lo agradezco, creo que es malo hablar solo para rellenar huecos.
Los huecos hacen falta. Son espacio.
A nosotros no nos hace falta aparentar interés, esa fase ya la pasamos.
Siempre es de agradecer, pero ahora he necesitado calma y desde ahora voy a necesitar rodearme de ciertas personas y evitar otras.
Puede que suene injusto, tal vez lo sea, en todo caso importa poco.
Debo evitarte a ti (a yo), porque tu me dañas.

Un hombre con un objetivo es invencible.
No hay problema insalvable, hay enfoque malo.

Recibir los latigazos con una sonrisa en la cara, pero no de desprecio o desdén, sino de calma y serenidad.

La sonrisa del que sabe que ya no le pueden dañar más.
Porque ha aprendido a manejar el daño.
No es que no lo sienta, es que lo comprende y lo acuna, lo observa y lo tolera.
No en presencia de indiferencia, sino en ausencia de implicación, que es totalmente diferente.

Ese es un objetivo.
La ausencia de implicación es un objetivo muy importante.

Para que nazca una flor de loto debe haber barro.
Es una estupidez, pero es una estupidez evocadora. Incluso inspiradora.
Hay que mancharse, mancharse con el barro.
Cuando encuentras la mayor de las felicidades en una música o la risa de otra persona…
Uno puede observar que siempre ha estado ahí, pero que ahora es percibida. Percibida de otra manera.
¿Que ha cambiado?
¿Quién ha cambiado?
¿Por qué?
¿Cómo?
Y ahí ya nos hemos perdido.

Te puede hacer feliz mirar una piedra sobre el agua.
Es la misma piedra de siempre, es el mismo agua de siempre, es el mismo estanque de siempre.
¿Que ha cambiado entonces?

La cualidad del observador.
La cualidad de quién mira.
Ha cambiado quién mira.
En realidad es lo único que puede cambiar, ¿no ves esto?
Siempre cambia aquel que observa, lo observado no cambia nunca.

De hecho lo que cambia es la interpretación de lo observado (En aquello que es observado, incluyo a uno mismo, claro).

El abandono, el desprecio, es amargo, es duro, intransigente, demoledor.
¿Donde están la dulzura y la calma?
¿Acaso no son todo emociones?
¿Acaso no son todo reacciones ante emociones?
¿Acaso no todo es una absurda carrera interminable para sentir algo y no sentir otras cosas?

Si la mente percibe eso (o reacciona así ante eso).
¿No podría reaccionar con Amor y Calma ante otras cosas?
¿No podría reaccionar con Amor y Calma ante todas las cosas?
Y lo más importante. ¿Que hay ANTES de reaccionar?
¿No podría NO reaccionar?

Uno no se da cuenta, pero cuando siente ira, la siente uno mismo, no el resto, ni siquiera aquello hacia lo que se dirige la ira.
Cuando se odia, es uno mismo el que siente, padece y sufre su propio odio. No es nadie más.
Cuando se desprecia, no es el despreciable el que sufre, sino aquel que inicia el desprecio.

¿Y quién lo siente?
Da igual hacia qué o hacia quién vaya dirigido.
Da igual incluso el motivo que ha iniciado ese odio.
El odio daña a uno mismo, te daña a ti.
Tu odio te daña a ti.
¿Otra vez?
Tu odio te daña a ti, tu pena te daña a ti, tu desesperación te daña a ti, tu tristeza te daña a ti.
Hay que ver esto.
Identificarlo puede cambiar las cosas.
Puede cambiar la vida.
Puede cambiarlo TODO.
Solo con creencias.
Y TU no eres tus creencias.
He perdido mucho, quizá lo he perdido todo.
Pero ahora vivo con tres guijarros.
Y los cuento constantemente.
En ciertos momentos es todo lo que hay en el universo y nada más me importa.
Son todo lo que tengo.
Cuando dejo de contarlos, vuelve el mundo.
Esos guijarros estaban aquí antes que yo, y probablemente permanezcan cuando yo no esté.
Y me pregunto…. ¿qué es real, el mundo o los guijarros?.
Tal vez ni lo uno ni lo otro.

        Mil Gracias a Alexandra Koch por esta fotografía.