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Se podría decir que el Amor, la ira y el odio son lenguajes.

Para comprender mejor esto, digamos que el lenguaje es el “vehículo” mediante el cual se transmite “algo” que posteriormente se puede convertir en conocimiento o no.
Tal vez no sea la mejor descripción del término “lenguaje”, pero desde luego servirá para lo que se quiere expresar en estas líneas.
Sin duda, el lenguaje no son solo palabras.
Existe un lenguaje mental formado de sensaciones a las que hemos puesto nombre.

El Amor es un lenguaje universal y primario.
La ira es un lenguaje universal y secundario.
El odio es un lenguaje universal y terciario.

Se utiliza el término “primario” cuando algo es genuino y no requiere de ninguna causa previa para su aparición y desarrollo, puede aparecer por si mismo de forma espontánea.
Se utiliza el término “secundario” cuando lo que aparece (ira, por ejemplo), es el resultado de algo anterior y sin ese algo anterior no puede darse.
Se utiliza el término “terciario” cuando lo que aparece (odio, por ejemplo), es el resultado de al menos dos factores anteriores que han requerido un juicio previo y una decisión final.

Para observar esto por uno mismo, hace falta progresar en la introspección y observar como surgen tanto unos como otros.
De donde nacen, como permanecen, como se desarrollan, como crecen, como se alimentan, como intentar perpetuarse…etc.

Puede alguien pensar que el odio también es un leguaje primario, pero no lo es.
El odio es terciario, pues para Amar no es necesario un conocimiento previo ni un juicio ni una valoración anterior de la otra parte (de la parte objeto del odio); mientras que para odiar si es necesaria una razón previa o un conocimiento anterior (aunque sea un rasgo cultural, por poner un ejemplo), y con ese conocimiento, posteriormente aparece un juicio y una comparación que derivarán en el odio (que podrá permanecer o no).
De esta forma, aunque universal (porque todas las personas han sentido odio alguna vez), no es de orden primario pues requiere unas circunstancias anteriores.

A su vez, la ira que podría parecer también una sensación primaria, tampoco lo es.
Aparentemente se muestra sin un desencadenante previo, pero de hecho hay un desencadenante y aunque es sutil, es perceptible y observable.

Solo la ira es voluntaria.
El Amor Incondicional no se puede sentir si la mente no está preparada, pero todos podemos mostrarnos irascibles con mayor o menor facilidad.

La ira genera un movimiento negativo.
El Amor Incondicional mejora el mundo.
La ira y el odio sugieren separación y fraccionamiento.
El Amor Incondicional busca la unidad.

Mediante el Amor Incondicional uno se olvida de si mismo, pues a pesar de que las sensaciones que se perciben son extremadamente intensas, gratificantes y serenas, estas no buscan perpetuarse y no se refuerza el ego ni la búsqueda de placer y por esto se puede acallar momentáneamente el “yo”.
El Amor Incondicional no es una acción, está más allá de cualquier acción, es más una sensación, un presentimiento o una intuición que desaparece cuando es percibido.
Cuando es percibido cambia, ya no es Amor Incondicional.

Al principio es parecido a una Compasión absolutamente libre de juicio y/o comparación.
Ojo, digo Compasión, no pena, cuidado con esto.

Cuando uno siente pena, la mente cree que el sujeto está por encima del destinatario de nuestra pena (aunque sea de manera inconsciente).
La pena es un sentimiento digno pero mediocre, no es puro, si siquiera es saludable.
No ayuda al otro y para uno mismo puede llegar a ser demoledora.
La pena no es útil.

La Compasión en cambio va dirigida a alguien a quien no se ha juzgado, no es lástima. La lástima es similar a la pena.
Es simplemente Compasión, no requiere explicación ni tampoco argumento para justificarse. Está ahí y así es percibida.
La Compasión es un sentimiento extremadamente puro y quien la siente, percibe a la vez una gran urgencia por participar en la resolución del conflicto que ha hecho florecer esa Compasión.

El Amor Incondicional comienza sus primeros pasos con esos presentimientos de compasión hacia algo o hacia alguien.
El sentimiento es tan genuino que no aparecen preguntas en la mente sino la intención clara de identificarse con el igual y dar sin esperar nada a cambio. (Digo identificarse, no compararse).

Esa Compasión, una vez comprendida y cultivada se convierte en Amor Incondicional hacia todo y hacia todos.
No puede haber excepciones, si las hay es que algo ha ido mal y el camino y el fin no son los correctos.

La ira y el odio pueden conducir a la paz, esto es posible, pero la paz nunca conduce ni a la ira ni al odio.