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Hoy es el primer día del año.
Normalmente en estas fechas las personas solemos hacer un esfuerzo por evitar errores anteriores, por mejorar algunas
facetas y por alcanzar algunas metas.

Todos los años hacemos lo mismo. Casi todo el mundo comienza el año con buenas intenciones.
No puedo hablar de las que tiene el resto, pero puedo hablar de las mías.

La inercia de esas intenciones no duran demasiado, en algunos casos, apenas unas horas.
Yo tengo algunas fantásticas que todos los años me planteo que voy a lograr.

Mis metas para el 2017 son las siguientes:

– Bucear en el mar Rojo.

– Ir a las Islas Medas a encontrarme con un amigo mío y bucear con trimix a 75 metros. (Esto no es una gran idea
considerando que la cámara hiperbárica civil más cercana está en el hospital de Palamós, a 30 kilómetros en coche, aunque
hay una militar más cerca, creo). En todo caso, no es buena idea.

– Aguantar en apnea (bajo el agua sin botellas de aire) más de 5 minutos. Esta es aún una idea peor que la anterior.

– Correr la maratón de Nueva York.

– Meditar mucho más.

– Ir a Japón, alojarme en ryokanes y visitar todos los jardines japoneses de Kioto (al menos) y a alguien muy especial.

– Ir a la India (En particular a Leh y Baranasi, y ya estando por allí, acercarme a Katmandú, en Nepal).

– Comprarme una casa en Canadá (esta me hace gracia hasta a mi). (JAJAJAJA).

– Hacer un retiro de silencio y ayuno de 10 días completamente aislado solo con un zafú, un mala y un cuenco.

– Aprender japonés.
Pongo solo unas pocas, hay docenas, y hay momentos en los que pienso que las voy a hacer.
Cuantos más años cumplo, la experiencia me dice que siempre he sido muy impaciente y he abarcado demasiado.
Seguramente, dentro de un año, si todavía existo, escribiría lo mismo que hoy, o parecido.
Porque me temo que de lo que pone arriba, tal vez medite más. Pero eso es todo.

Algunos diran que es porque no tengo el empuje suficiente, las verdaderas ganas de hacer las cosas, el deseo profundo de
llevarlas a cabo.

El libro «el secreto» de Rhondha Byrne, tiene la culpa de que muchas personas que piensen así.
Aunque ciertamente, ha vuelto optimistas a muchos pesimistas, lo cual tiene un gran mérito. En todo caso, es
incuestionable que esa «búsqueda espiritual» se ha convertido en una franquicia que factura cientos de millones de dolares
al año. Con libros, app´s, DVD´s, peliculas, vídeos, bandas sonoras (si, yo tampoco entiendo que haya una banda sonora). Casi todas ellos, artículos de dudodas utilidad (según mi equivocada opinión).
Casi me recuerda a Osho en sus mejores tiempos.

Vivimos en una sociedad en la que parece que tener deseos es obligatorio y demuestra una buena salud mental e iniciativa.
Estoy en frontal desacuerdo con esto, pero es lo que tenemos.

Hay que ser tremendamente competitivo, si no corres una maratón, eres un blando.
Eres una piltrafilla si no terminas una rompepiernas (se llaman así, son carreras muy duras, de hasta 21 km y con
pendiente superiores a los 23 grados).
O una Espartan. «Eso se lo hace mi hijo de 14 años» (esto lo he oido de verdad).
Es una carrera de 20 kilómetros que te hace saltar sobre fuego entre otras 24 pruebas igual de ocurrentes.

Una cosa es motivar a las personas, pero no me parece que esto lo sea.
Esto es más parecido a la mortificación personal, al castigo, a los cilicios que se usaban cuando había una tentación.
Algo brutal, vaya.

Hay una mentalidad asociada al sufrimiento para sentirse mejor, hay una cultura generalizada en la que prima que si
quieres conseguir algo tienes que esforzarte y sufrir.
Si no sufres, algo haces mal. Para mi esto es un error.

Veo corredores que llevan en su muñeca un chisme con más tecnología que el avion de los hermanos Wright.
Estos si que tenian lo que hay que tener.
VALOR.
Eso es lo que hay que tener.
VALOR.

Y si ahora no tienes valor, habrá que buscarlo, pero no te hace falta saltar de un rascacielos para demostrarte lo capaz que eres. Tienes vértigo. ¿Y que? yo también lo tengo, por cierto.

No hace falta hacer cosas arriesgadas para pensarse mejor.
Sientate y lidia contigo mismo si quieres un reto.
Y más barato, una espartan cuesta 100 euros el mismo día de la carrera.

Hace falta mucho Valor para enfretarse a uno mismo, y otras muchas cosas (honestidad, temple, calma, sinceridad,
perseverancia, paciencia……). Y es gratis.
Solo reivindico la importancia de lo lento, de lo mínimo, de lo sencillo, de lo fundamental.
Conozco deportístas de élite. No critico eso, ni mucho menos.
Son personas que son capaces de gestas asombrosas, pero ninguno de ellos lo hace para contarlo.
Lo hacen para sentirlo.
Esa es la gran diferencia.
Inmensa y fundamental.
Contartelo a ti mismo al fin y al cabo es contarlo.
Si te lo cuentas no lo sentirás.
Quién haya pasado por aquí sabe de lo que hablo.

Retomo la intención inicial de este post, que me desvío.
Hace años me cansé de tener deseos absurdos que pertenecen más a la imaginación que a lo realmente posible, lo que hace
que cuando uno ve que no se puede, tal vez se frustre. Tal vez.

Es por esto, que para todos aquell@s que sois algo más realistas y no teneis ideas tan raras como las mías, propongo un
cambio de vital importancia, sin complicaciones, sin bellas montañas japonesas ni fantásticas cascadas en Costa rica y no,
no hay que saltar sobre fuego.

Lo que os ofrezco es la posibilidad de integrar la meditación en vuestra vida.
Quizá no sirva para nada, quizá os cambie la vida (a mejor).

Esta idea no es mía, fue de Martin Boronson. Y es muy importante no cambiar el ejercicio.
Muy importante.
También hay un libro, no es excesivamente interesante (para mi).
En todo caso, el vídeo si lo es, y si integras algo tan fácil como esto en tu vida, seguramente te sentirás mucho mejor.

Espero que así sea.


Feliz 2017.

Una práctica sencilla.

Publicado: 21 noviembre 2013 en Reflexionando.....
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Algunas personas preguntan  a menudo por una práctica sencilla para poder iniciarse en la meditación, en la concentración o en el Zazen.

La práctica más sencilla, para empezar es la concentración sobre la respiración.

La describo a continuación:

– La postura.

Hay que olvidarse de la postura, es muy importante, pero no ahora.

Mantenga una postura cómoda, sentado, con la espalda recta y sin apoyarla en ningún respaldo, puede estar sentado en una silla o en el suelo, pero hágalo fácil, antes de correr hay que saber andar.

Muévase lo menos posible, pero si le pica una oreja rásquese con normalidad, despacio, atendiendo a lo que se está haciendo, siendo consciente de lo que acontece.
(En ese momento rascarse la oreja es lo único que hay que hacer), luego vuelva a tomar su posición anterior.

– La mente.

La técnica que suele dar mejor resultado al principio es contar respiraciones y nombrar algo mentalmente para evitar en la medida de lo posible la agitación mental, la imaginación y la somnolencia.
Por ello, se trata de estar muy atento a la respiración.
Cuando inspire (cuando coja aire), el abdomen debe hincharse (no el pecho, hay que respirar más abajo), si esto resulta difícil, respire con normalidad a un ritmo natural (no fuerce la respiración, el ritmo lo pone el cuerpo, no la mente).
Después, viene de forma natural la espiración (soltar el aire).

Ambos procesos se llevan a cabo por la nariz, si esto es un problema, se inspira por la nariz y se espira por la boca, despacio, siendo consciente de lo que se está haciendo.
Es importante hacer siempre lo mismo para crear un hábito de práctica (si respira solo por la nariz hágalo siempre así).

Cuando inspire pronuncie mentalmente la palabra «dentro».
Cuando espire pronuncie mentalmente la palabra «fuera».

Observe que en un corto espacio de tiempo se sumará la sensación de dentro y fuera.
Su mente irá percibiendo que al inspirar el aire entra (dentro) y al espirar el aire sale (fuera) de un modo coincidente con las palabras pronunciadas mentalmente.
Esto producirá una asociación mental que resultará beneficiosa para la concentración.

Repita este ejercicio durante al menos 10 minutos diarios en un lugar tranquilo durante un mes.

Este es el primer paso más seguro que conozco.

A partir de aquí, se complica un poco la práctica de contar respiraciones, de forma escalonada hasta llegar a lo siguiente (aunque siempre se puede complicar más):

– 1ª inspiración – Dentro (Palabra pronunciada mentalmente y percibiendo que el aire entra).
– 1ª espiración – Fuera (Palabra pronunciada mentalmente y percibiendo que el aire sale).

– 2ª inspiración – Tranquilo (Palabra pronunciada mentalmente y percibiendo que uno se encuentra tranquilo).
– 2ª espiración – Calmado (Palabra pronunciada mentalmente y percibiendo que uno se encuentra en calma).

– 3ª inspiración – Profundo (Palabra pronunciada mentalmente y percibiendo que el aire es inhalado profundamente).
– 3ª espiración – Lento (Palabra pronunciada mentalmente y percibiendo que el aire es expulsado lentamente).

Y se repite de nuevo el ciclo hasta que termine el tiempo del ejercicio, que puede ser de minutos o de horas.

Hay complicaciones posteriores que señalan a objetivos determinados, como por ejemplo incluir un cuarto ciclo de respiración.

– 4ª inspiración – No muerte. (Palabras pronunciadas mentalmente. No es momento de explicar el significado de esto).
– 4ª espiración – No temor. (Palabras pronunciadas mentalmente. No es momento de explicar el significado de esto).

De esta forma, se pueden ir añadiendo ciclos dependiendo de los resultados, de la persona  y de los objetivos (si es que hay alguno).

Es posible que a alguien le resulte familiar este ejercicio, es una variación de un ejercicio utilizado y transmitido  por el Maestro Thich Nhat Hanh.

En su ejercicio se utilizan las siguientes palabras:

Dentro – Fuera
Profundo – Despacio
Calmado – Relajado
Sonrío – Suelto
Momento presente – Momento maravilloso

Si hay dudas pregunten.

Buena Practica.

En ocasiones me preguntan como debe meditarse.
Es una pregunta que no sé contestar, dado que no tiene una respuesta común para todo el mundo.
Uno debe ir encontrando su forma de meditar.
Su propia forma de meditar eficazmente.

A veces uno habla de la meditación y la compara con el correr…..
¿Alguien corre?
Bien, hay muchas similitudes entre una cosa y la otra.

En apariencia un corredor, simplemente corre, para un observador externo, es alguien que corre, sin más.
Puede correr más rápido, con mejor postura, con esta o aquella ropa, pero esto solo son juicios sobre el hecho de que está corriendo.

Igualmente, en apariencia, un meditador es alguien sentado en el suelo, con cara serena, para un observador externo, claro.

¿Pero qué ocurre en la mente y en el cuerpo del corredor?
Hablemos de distancias largas, de 20km o más.
Carreras que requieren esfuerzo físico y psíquico, como la meditación.
Los primeros kilómetros se corren con las piernas.
Los últimos, con la mente.

Habrá molestias, habrá dolor, como en la meditación.
Habrá que superar escollos o abandonar, como en la meditación.
Habrá sufrimiento y calma, como en la meditación.
Habrá ritmo y equivocaciones, como en la meditación.
Habrá contratiempos y acontecimientos inesperados, como en la meditación.

Para poder correr 20 km uno debe planificar. Para meditar también.
No se trata de poner un pie tras otro y alcanzar el km20, ni mucho menos, si alguien ha corrido 20km sabe de qué hablo. Tampoco se trata de sentarse en el suelo y cerrar los ojos, tampoco.

Comienza uno a correr y a los pocos minutos alcanzará ritmo, si no ha apretado demasiado y falta aire (molestias), tendrá un ritmo mantenido.
Si ha habido un calentamiento previo, no habrá calambres ni dolores musculares (de momento).
Como en la meditación, cualquier exceso se paga.

Cuando el corredor ya está corriendo con ritmo sostenido y superados los primeros pensamientos/anhelos, el corredor desaparece.

Lo repito, EL CORREDOR DESAPARECE, y se convierte en carrera.
El corredor se da cuenta de que lo importante no es llegar, es estar.
No es importante el siguiente paso ni el anterior, ni siquiera el actual.
Si uno piensa en la meta la carrera ya no es un fin en si misma.
Si uno piensa en el dolor ocurre lo mismo.

En carrera los anhelos son coger el ritmo, no encontrarse mal, mantener pulsaciones, observar la ausencia de dolores musculares, desear alcanzar el siguiente Km, obtener ánimo por parte del público….etc.etc.

DISTRACCIONES, nada más.
Todo esto demuestra ausencia de concentración en el objetivo único.

CORRER.
No llegar, correr.

El corredor no observa la meta, no la espera, no le importa.
Lo que le interesa al corredor debe ser “el instante”, el sudor corriendo por la espalda, los ojos empapados en lágrimas, la respiración forzada, la espalda encorvada para abrir las costillas flotantes y rascar ese mililitro de aire…. todo eso son efectos del esfuerzo realizado en el instante.
Esos efectos tampoco importan y no hay que observarlos.

Aparece el dolor y luego desaparecerá si no se le observa. Igual que en la meditación.

El corredor desaparece y solo corre, solo hay carrera, libertad en estado puro, esfuerzo que en este caso desencadena cambios fisiológicos y químicos dando lugar a estados alterados de ánimo que pueden ser muy similares a los estados de concentración profunda en la meditación.
La secreción de endorfinas no es nada nuevo, ni mágico ni esotérico.
El hipotálamo y la glándula pituitaria trabajan a marchas forzadas y segregan las preciadas endorfinas, que como neurotransmisores, producen una sensación de bienestar, de alegría, de energía.
Es el eterno consejo de los beneficios de la actividad física.

Es un cierto «control” (y quiero ser muy cuidadoso con la palabra control), sobre los equilibrios químicos y eléctricos del organismo a niveles moleculares y celulares.
Como la meditación.

Cierta clase de respiración modifica la secreción de endorfinas, por  poner un ejemplo, a eso es a lo que llamo cierto control.

No hay preguntas, no surgen, no hay ni siquiera objetivos, solo se es consciente de que el cuerpo está corriendo.
A partir de cierto Km, comienzan los problemas graves y el cuerpo y la mente luchan por parar.

¿Ante el dolor debe uno parar?
¿Ante la ansiedad debe uno parar?
¿Ante el miedo debe uno parar?
¿Ante la falta de aire debe uno parar?
¿Dónde está el límite?
Es conveniente ser prudente SIEMPRE.

Pero…. Si el cuerpo y la mente luchan por parar ¿Quién continúa?
¿Quién continúa?

Es una buena reflexión para cada uno.

Dicho esto, el límite no está en ninguna parte.
El límite es uno y es instantáneo.
El límite de hoy no es el de mañana ni fue el de ayer, así que el límite no existe.
Si hoy te detienes, ahí está el límite de hoy, de ese instante, pero eso no es el límite pues puede cambiar y la palabra “límite” indica un final inequívoco.
Cuando se ha alcanzado el límite, inmediatamente queda superado.
Es difícil explicar esto con palabras, hay que sentirlo.

El corredor tiene también distracciones psicológicas. Como en la meditación.
Cuando uno corre contra el sol, ve su sombra, por más que corra no la alcanzará jamás, tal vez si sigue corriendo y se hace de noche, la ausencia de sol hará que no haya sombra y el corredor pueda pensar (equivocadamente), que la ha dejado atrás, que la sombra se ha cansado de ir por delante.
Es solo un ejemplo de las cuestiones absurdas que surgen también durante la meditación y que alimentamos con nuestros pensamientos y nuestras “reflexiones”.

La meditación y el correr son complementarios, si se quiere, el correr se convierte en una meditación (al revés no es posible).

Hay que convertirse en meditación.
Hay que convertirse en carrera.

Y como tantas veces, esto hay que probarlo, no valen las teorías.

Conversaciones_2

Publicado: 31 enero 2011 en Conversaciones
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Pregunta:

¿Cuales son los principales obstáculos que puede encontrar una persona que decida comenzar a practicar zazen?

Respuesta:

Tanto si se va a practicar zazen como cualquier otra disciplina que requiera concentración y esfuerzo, como por ejemplo la meditación de cualquier clase (Samatha, Vipassana, Tratak, Dzoghen, mántrica…etc,etc.); lo más sensato, sobre todo al principio, es planificar una práctica razonable.
Es como el que se plantea correr, hay muchas similitudes con esto.
Si usted no ha corrido nunca, jamás se le ocurriría comenzar a correr en una maratón, que son 42 kilómetros.
Es de sentido común.
En el zazen es lo mismo.
Sobre la calidad de la práctica, se requiere mucha práctica para que esta sea correcta.
Y se requiere que sea correcta para que exista un progreso o evolución (si me permite utilizar estas palabras, que quizá no sean las más adecuadas, pues hablar de evolución o progreso en la práctica puede dar lugar a equívocos).

Pero alguna vez hay que empezar, y siempre es mejor un minuto de práctica correcta que una hora de práctica mal hecha.
Algo razonable para alguien que comienza es practicar durante 30 minutos al día, todos los días del año, durante un año.
Es una práctica muy leve, muy sutil, muy poco intensa, pero suficiente para encontrar los primeros problemas y aprender a sortearlos por uno mismo.
Sería conveniente practicar siempre a la misma hora y en el mismo lugar (en la medida de lo posible).

Para personas con más compromiso con la práctica, en torno a una hora diaria todos los días del año estaría bien, para empezar, insisto.
No soy partidario de hacer descansos y saltar días, pero es una elección particular, no hay nada de malo en hacerlo.

Como imaginará, nadie tiene la verdad absoluta y lo que para uno es cómodo y eficaz para otros puede no serlo.
Conozco algunos casos de personas sin experiencia que han practicado Vipassana intensiva durante unas 10 horas diarias con silencio total durante 8 días (No conozco a las personas, pero si los estudios que se realizaron a este respecto). Y los resultados fueron extraordinarios.
Cierto es que muchas personas abandonan una práctica tan exhaustiva  e intensa y más si es al principio y también es cierto que para llevar a cabo una practica como esta se necesitan personas que la dirijan y que tengan experiencia previa para corregir los problemas o defectos que sin duda surgirán en una práctica tan intensiva como esta.
Pero este tipo de práctica tampoco tiene nada de malo.
Si usted quiere pruébelo.
Sobre la necesidad de estar guiado o no durante el zazen, no me pronuncio.
De cualquier forma, entiendo que no hablamos aquí de este tipo de implicación con la práctica.

Hay que ser realista, será difícil, pero uno ha de ser serio y firme con la práctica.
Hay que tener una actitud y un compromiso.
Uno debe tener y mantener la atención y concentración correctas para poder practicar con seriedad.
Obviamente, con la práctica se adquiere soltura y las incomodidades, tanto físicas como mentales se van superando.

Como principales problemas, siempre surgen cuatro:

1.- La imaginación.
2.- La pereza.
3.- El sueño.
4.- La incomodidad física.

Sin duda, el más difícil de afrontar es la imaginación.
Algo tan útil, necesario y bueno como es la imaginación, aquí se convierte en un enemigo temible. Los pensamientos no controlables que molestan, el parloteo incesante de la mente, las distracciones, los recuerdos, los deseos, los anhelos, el traer la atención una y otra vez, una y otra vez………. Todo sale en el zazen, todo aflora en el zazen.
La imaginación, puede ser un gran problema. De hecho, lo será.

La pereza se puede afrontar con ánimo y con seriedad en la práctica.

El sueño se puede afrontar cambiando o ajustando los hábitos de práctica, las horas a las que se practica y el tiempo que se dedica.

Sobre la incomodidad física, es importante mantener una postura firme pero cómoda, desde luego, siempre sin dolor.

Si uno no puede estar sentado en loto pues se sienta en medio loto, y si no puede estar sentado en medio loto pues se sienta en el suelo con las piernas semicruzadas, y si uno no puede estar sentado en el suelo con las piernas semicruzadas, se sienta en una silla, SIN APOYAR LA ESPALDA. Esto último es importante.
Es más importante la actitud de la mente que la posición de las piernas.

¿Por qué hacerlo todo tan difícil?
Solo siéntese y practique, olvídese de lo que le he contado y pruebe, indague, reflexione, aprenda, avance usted mismo.

No necesita nada más.