Pregunta:
Usted dice que la mente engaña, que lo que yo veo no existe. ¿Puede probarlo?. Demuéstremelo.
Respuesta:
Cuando uno habla sobre este asunto, muchas veces se utiliza una expresión que me hace gracia.
“Si no lo veo no lo creo”.
No se imagina lo arriesgada que es esta afirmación.
En primer lugar y hablo totalmente en serio, si lo que usted plantea fuera un hecho cierto, las personas invidentes no podrían tener creencias, y las tienen, sin duda. Así que no parece un buen método para discriminar en que cree uno o deja de creer.
Por otra parte, las personas invidentes tienen una percepción muy distinta a la suya y a la mía, pues no están condicionados por la vista.
Por lo general son personas con una capacidad de introspección extraordinaria.
Lo que a usted le une con lo que ve es simplemente la fisiología de su organismo, que mediante sus ojos recibe una información QUE ES INTERPRETADA POR EL CEREBRO.
Sin entrar en detalle, gracias a la luz, el ojo capta cierta información por medio de unas células conocidas como conos y bastoncillos que se encuentran en la retina, estas células transportan la información por medio de los nervios ópticos hacia la corteza cerebral que es donde se producen los estímulos que crearán las percepciones visuales.
Luego a estas percepciones visuales les hemos puesto nombre.
Ya he mencionado que la visión es el sentido que más condiciona, y salvo cuando estamos dormidos, recibimos información casi constante por medio de la vista.
Generalmente las personas se fían de lo que ven, pero como casi siempre, hay matices.
Le pongo un ejemplo.
Si usted mira directamente a una bombilla de cristal transparente que está apagada verá un solo filamento.
Si enciende usted esa bombilla y mantiene si vista fija en el filamento durante unos segundos y cierra los ojos comprobará algo curioso.
Lo que verá son 4 filamentos.
Analicemos donde estamos.
Lo que digo es que usted tendrá los ojos cerrados y estará viendo cuatro filamentos donde hace un instante había uno.
Que curioso ¿verdad?.
Tendría cierto sentido (tal vez) ver dos filamentos, pues tenemos dos ojos, pero vea como ya nos estamos desviando, lo que está ocurriendo es que uno ve cuatro filamentos.
Si usted prueba esto y ocurre lo que yo le estoy diciendo (y créame, ocurre), ¿se seguirá sigue fiando de lo que ve?
Eso no es todo, si sigue usted con los ojos cerrados e intenta perseguir los filamentos que ve ocurrirá otra cosa curiosa.
No podrá alcanzarlos. No podrá mirarlos directamente.
¿Por qué no puede alcanzarlos con su propia mirada?
¿Le mienten sus ojos?
¿Le miente su cerebro?
¿Le miente su mente?
¿Le miente su interpretación?
¿No le miente nada de eso y eso que percibe es lo que realmente está ocurriendo?
No entremos en esos detalles si no es necesario.
Quédese con esto. A veces, lo que uno cree que ve no es lo que está viendo.
Del mismo modo, lo que uno percibe, a veces no es lo que uno percibiría si no fuera esclavo de sus hábitos, pues igual que la visión está condicionada por el cerebro y otros factores fisiológicos, las percepciones están condicionadas, entre otras cosas, por las interpretaciones que la mente hace de ellas.