En conferencias a las que he asistido, en conversaciones o en diálogos, en la mayoría de las ocasiones se repiten los mismos problemas una y otra vez, las personas acuden (acudimos) a estos eventos por alguna razón, casi siempre es para beber de una fuente distinta, aprender más o mejorar en algún aspecto la práctica. Algunas personas también acuden por curiosidad.
Pero como digo, en muchas ocasiones hay personas que se tropiezan una y otra vez con el mismo muro y no salen de esa situación. Siempre las mismas dudas, siempre las mismas preguntas.
Se han bloqueado, se han estancado.
Esto hace que su desesperación aumente, su inquietud también lo hace, y terminan pensando y sintiendo que su búsqueda es estéril y que han fracasado, sintiéndose aún peor que al comenzar.
Para comprender esto es importante indicar que lo que se escucha en una charla o conferencia tan solo son palabras; lo que se lee en un libro o en un escrito son palabras; y estas palabras causan efectos muy distintos en cada persona, es posible que la misma frase deje indiferente a muchas personas y en cambio en otras creen una duda; abran una brecha que puede hacer que el individuo perciba algo nuevo, algo distinto, que note que debe cambiar algo o hacer algo o DEJAR DE HACER ALGO.
En definitiva es percibir un movimiento nuevo en la mente que antes no había sido observado (por eso digo «nuevo», no porque no estuviera ahí antes).
El individuo debe ser (y es) responsable de lo que hace aunque el resultado de sus actos no sea necesariamente el que él espera y no dependa de su persona.
A veces se esperan milagros, el mismo Tenzin Gyatso, catorceavo Dalai Lama, lo indica en sus conferencias con una sonrisa en la cara.
“Si han venido aquí esperando un milagro, se han equivocado, soy una persona normal”.
Y aunque esto de que el Dalai Lama sea una persona normal es discutible, lo que es indiscutible es que no hace milagros.
Aún así la gente sigue esperándolos.
El orador no es el mensaje, simplemente es el elemento a través del cual se lleva a cabo la transmisión de cierta experiencia o enseñanza.
Las palabras de un orador, incluso de la categoría de Tenzin Gyatso (sobradamente preparado para su labor, extremadamente culto e inteligente, compasivo hasta el extremo y lider indiscutible del budismo tibetano en el mundo y una figura conocida y querida a nivel mundial), pueden ser un bálsamo, pero no una solución definitiva, pues esta solo puede ocurrir en uno mismo y desde uno mismo.
Todo lo que se diga en una conferencia son conceptos, y deben ser escuchados como lo que son. Conceptos.
Nadie tiene la verdad absoluta, ni siquiera tiene su verdad pues la verdad no puede tener propietario.
Se busca en las palabras de otros la solución a nuestros problemas, sin comprender que el origen de nuestros problemas está en nosotros mismos, así como su solución que no solo está en uno mismo, sino que está aquí y ahora pero no es percibida.
¿Cómo puede uno esperar que alguien que ni siquiera le conoce pueda resolver los problemas que uno mismo no es capaz de solucionar?
Suena extraño, pero es una realidad, hay muchas personas que hacen esto, que esperan esto.
A veces cargan contra el conferenciante su ira, y este, normalmente cauteloso y prudente, pues él (o ella) han sentido la misma ira y el mismo miedo y aunque los han trascendido, comprenden el sufrimiento que causan, y con paciencia infinita, dan la receta mágica una y otra vez.
Busca en ti, mira hacia dentro, se introspectivo, observa como piensas, busca el conflicto en los movimientos de tus pensamientos y déjalo ir, permanece sereno, practica…
Pero esto parece no funcionar nunca.
Y no funciona nunca porque se toma a nivel intelectual y algunas cosas son imposibles de comprender a nivel intelectual.
Es como intentar percibir el olor de la alegría.
Simplemente no puede hacerse.
No se puede oler la alegría.
Pero existe el olor y existe la alegría.
Poca gente es consciente de que las palabras solo son herramientas, y que luego uno debe usarlas.
Una palabra es inútil si no se le da la utilidad adecuada.
Uno no puede amartillar un clavo con un abanico.
Necesita un martillo, un clavo y ENTENDER EL PROCESO, SU CAUSA Y EL PAPEL QUE EL INDIVIDUO JUEGA EN TODO ESE PROCESO.
Su responsabilidad como individuo es necesaria para que llegue el «darse cuenta».
A muchas personas les resulta fácil entender que deben observar sus pensamientos, ver como llegan y dejarlos ir.
Así se convierten en unos observadores de si mismos.
A partir de este punto comienza la frustración. Pasan años de práctica y no hay avances. Meditan sin descanso y no hay avances.
Esa frustración se ve como propia, se percibe como si fuera causada por el hecho de no avanzar (¿hacia donde? ¿hacia que?).
Esa frustración forma parte del Todo, es lo que hay en ese momento y como tal debe ser tratada.
Es lo que es, sin más.
El abandonarse supone ABANDONARSE COMPLETAMENTE EN UN ESTADO DE TOTAL INAFECTACIÓN.
No hay lucha, no hay resistencia. No puede haberla.
La aceptación de algo es una forma de resistencia muy sutil que pocas personas perciben.
Cuando deviene una circunstancia y produce en la persona un efecto negativo (o sienten que les afecta de forma negativa), buscan aceptarlo.
Esto es casi igual de improductivo que rechazarlo.
Rechazar es luchar, es violencia, es conflicto, es negación, pero aceptar es EXACTAMENTE LO MISMO.
No hay nada que rechazar ni nada que aceptar, simplemente las cosas son como es.
No por repetir esto cientos de miles de veces va a cambiar nada, es necesaria una cierta comprensión a nivel intelectual que se alcanza con la práctica y el silencio introspectivo y que DESPUÉS, puede producir un cambio (o no hacerlo); y se termina la lucha, se termina la resistencia, pero no se acepta, simplemente termina. Es muy distinto.
Pierde toda la importancia que tenía y uno percibe con claridad meridiana lo absurdo que era todo antes de percibir esto.
Uno observa lo antinatural de esa resistencia, de esa lucha continua incluso por aceptar.
NO HAY NADA QUE ACEPTAR.
Un hecho es un hecho independientemente de lo que uno piense o sienta, por tanto no cambia nada y la reacción que uno tenga será una reacción totalmente estéril e inútil, independientemente de que esa reacción sea de rechazo o de aceptación.